Otro porno es posible


Los géneros cinematográficos fueron inventados cuando el cine estaba todavía en pañales, y se crearon con una intención clara y pragmática: ofrecer al espectador unos films perfectamente clasificados y codificados, con sus rasgos propios, y cuya creación podía realizarse prácticamente en serio. Así nació el western, el melodrama, el bélico o la screwball comedy, por poner sólo unos pocos ejemplos.

Pero si hay un género perfectamente codificado y encorsetado dentro de unos parámetros cuasi inamovibles es el cine pornográfico. Nacido industrialmente en la década de los 70 y multiplicado hasta el infinito por la irrupción de internet, parece que el porno y la innovación son dos conceptos antagónicos. Pero si vamos aún más allá, encontramos que los parámetros y los códigos que el porno mainstream (si es posible hablar de tal cosa) maneja se traducen en un cine completamente alejado de la realidad, en la que los roles masculino y femenino están perfectamente definidos como dominante y dominada, respectivamente (salvo las desviaciones sado y bondage, pero ese es otro tema). Situaciones que responden más a las fantasías sexuales del hombre, traducidas en el pene como tótem y centro de la relación sexual (que empieza y termina cuando el hombre queda satisfecho), y en la que la mujer debe satisfacer de forma sumisa los deseos del macho.

Frente a este porno mayoritario existen alternativas, aunque la mayoría de ellas todavía poco conocidas. De investigar en estos mundos se encarga nuestra compañera Xelo Agustín, que en el programa 1x22 de Cine L'Atalante nos trajo interesantes reflexiones sobre el postporno, es decir, un cine pornográfico alejado de los estereotipos que hemos comentado y que pretende ofrecer una visión alternativa, más real, de las relaciones sexuales. No es casualidad tampoco que en este postporno intervengan mujeres como realizadoras y guionistas (sí, hay guionistas) de las películas. En ellas se presenta un sexo más real, más sensible y sobretodo más respetuoso con la dignidad de la mujer, capaz de explorar su propia sexualidad sin tener que ser un trozo de carne en el que el hombre descarga su virilidad. Nombres como Erika Lust ejemplifican a la perfección esta nueva visión de la pornografía, hecha por y para mujeres, pero en la que también los hombres pueden ver reflejada una realidad más verosímil que las increíbles situaciones de la mayoría de las películas porno, en las que la consulta del médico o la visita del fontanero se traducen en situaciones de lujuria desenfrenada.

Para ilustrar el tema, os dejamos algunas direcciones interesantes. Para empezar, el site de Cinco historias para ellas, la película de episodios dirigida por Erika Lust, que también realiza Life, Love, Lust. Además, el manifiesto de Dirty Diaries, declaración de intenciones del porno feminista.Y para acabar, una curiosa hibridación entre el porno y el documental como es Barcelona Sex Project.



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