Tropecines: el postureo


¿Alguna vez has alabado el cine de Andrei Tarkovski sin haber visto ninguna de sus películas? ¿has mantenido conversaciones sobre el decoupàge aunque creías que era el lateral izquierdo del Olympique de Marsella? ¿has defendido encendidamente la pureza insoslayable del cine mudo aunque no aguantes despierto ni cinco minutos con una peli de D.W. Griffith? ¿has dicho que Quentin Tarantino te parece demasiado comercial y que prefieres a Chris Marker y Jonas Mekas? De hecho, ¿sabes quienes son Chris Marker y Jonas Mekas?

Si puedes contestar afirmativamente a estas preguntas, es que has incurrido en el noble arte del postureo. Pero no te preocupes, porque no eres ni mucho menos el único. En esta época en la que la información se multiplica y se acelera a través del imparable torrente de las redes sociales, parece que hay que estar al día en todo y tener una opinión formada sobre cualquier tema para poder lanzar sesudas  reflexiones y fundamentadas opiniones. Pero lo cierto es que es humanamente imposible saber de todo, incluso saber un poco de todo. Por eso, temerosos de que se resquebraje nuestro estatus social (el de las redes sociales, se entiende), y conscientes como somos de que parece más importante nuestro perfil en Facebook o Twitter que nuestra personalidad real, caemos en la tentación de opinar sin saber, de defender ideas sin conocimiento de causa, de posicionarnos incluso en contra de nuestra propia opinión porque ser un contestatario de las teclas es lo más cool que nos podamos imaginar. Eso, señores, es postureo.

Y no sólo pasa cuando hablamos de cine. Hay postureo cuando se trata de música, de ropa, de opiniones políticas, y hasta las madres incurren en él. Plataformas como Instagram (con fotos de pies en la playa, figuras a contraluz reflexionando ante el ocaso, frapuccinos de Starbucks sin tocar, infinitas imágenes de platos de nouvelle cuisine y sobre todo gatos, infinitos gatos) han contribuido a hacer del postureo un arte, a institucionalizarlo como la nueva religión del moderno, a sustituir la solidaridad por un me gusta a una foto de un niño africano desnutrido, a hacer de las gafas sin cristales la ventana desde la que nos asomamos al mundo.

En nuestro programa 1x20 quisimos dedicar un Tropecines especial, sin guión, al arte del postureo, reconociendo nuestras propias miserias y haciendo un llamamiento a la sinceridad, a la eliminación de la impostura. Todo esto con Miquel Tello y Xelo Agustín.



Categorías: , . Bookmark the permalink. RSS feed for this post.

Deja un comentario

Con la tecnología de Blogger.

Buscador

Swedish Greys - a WordPress theme from Nordic Themepark. Converted by LiteThemes.com.